El trato que recibimos cuando visitamos una bodega determina de manera fundamental la percepción que nos llevemos de la experiencia en su conjunto. Tan importante como el » qué nos enseñan» es el «cómo nos tratan» y confieso que en nuestro caso genero un cierto debate interno el definir las pautas mas adecuadas.
Quizás la apuesta menos arriesgada era establecer un estándar de máxima formalidad, exquisitez en el trato y profesionalidad llevada al extremo. Así es difícil equivocarse, todo el mundo tolerará bien que se le trate como un marqués . Puede que a muchos les parezca excesivo para una bodega en medio del campo, pero probablemente nadie llegue al extremo de pensar «están metiendo la pata»
No elegimos este vía. La máxima educación y el respeto que hay que tener hacía el visitante, es como el valor en la guerra, se da por descontado que lo tenemos, pero a partir de ahí, entendemos que la experiencia para la gente de fuera de la comarca que viene a vernos será mas completa si conseguimos que no solo conozca nuestros procesos , o cómo son estas tierras sino también cómo son sus gentes. En una visita de una hora y media (o cuatro si se quedan a comer) es imposible llevarse un perfil completo , pero si es suficiente para «echar un vistazo» a su forma de ser, a su carácter, a ese acento característico, a esas expresiones típicas que surgen espontáneamente. Pero para ver esa cara sin artificios de las personas que estamos enseñando cómo hacemos aquí las cosas, es necesario que nos comportemos como somos realmente, sin esconder nuestra naturalidad.
Tras un rato de hablar sobre algo que nos gusta, en un marco relajado, distinto al habitual, en compañía seguramente de familiares, amigos o gente afín y después de una buena degustación de vinos, es inevitable que se relaje el protocolo, que nos volvamos todavía mas cercanos y puede que, en ocasiones, se nos olvide que nos hemos conocido hace un rato y os acabemos tratando como si fuéramos amigos de toda la vida……. y seguramente a veces nos pasamos, y pedimos disculpas a todo aquel que se sienta molesto por ello, pero es que es muy difícil vencer esa inercia, ese clima que se crea.
Por la experiencia acumulada en estos años , tenemos la sensación de que siendo así, actuando así, » de verdad», acertamos mas veces de las que nos equivocamos. Pero no deja de ser nuestra percepción. Nos pone un poco nerviosos la posibilidad de que estemos proyectando una imagen diferente a la que buscamos, que esta elección nuestra de «naturalidad» frente a un exceso de profesionalidad, de frialdad, de distancia en el trato, pueda llegar a ser contraproducente.
Estaremos encantados de recoger vuestras opiniones a través de cualquiera de nuestros «canales 2.0» . Creo que el momento en el que solemos pensar sobre estas cosas es durante la visita , junto a un montón de comentarios mas que nunca llegamos a hacer en voz alta por una cierta timidez o por miedo a molestar… bien , pues NO nos molestan , al contrario , nos interesan mucho y os estaremos agradecidos por hacerlos.